lunes, 21 de febrero de 2022

EL VASO CON AGUA

 

 "¿Cuánto pesa un vaso con agua?"

 El peso absoluto no importa. Depende más bien de cuánto tiempo lo sostengas. Si lo sostienes por un minuto, no hay problema. Si lo sostienes durante una hora, empezarás a tener dolor en tu brazo. Si lo sostienes por un día, tu brazo se adormecerá y estará paralizado. En cada caso, el peso del vidrio no cambia, pero cuanto más tiempo lo mantengas, más pesado estará.

El estrés y las preocupaciones de la vida son como un vaso de agua. Si piensas en ellos por un tiempo, no pasa nada. Si piensas en ellos un poco más te empieza a doler. Y si se piensas en ellos todo el día, te sentirá paralizado - incapaz de hacer nada.

Recuerda poner el vaso en la mesa. Suelta el estrés y las preocupaciones. 

Dar el primer paso, no es fácil pero si tienes problemas para controlar tu ira, la terapia psicológica, en especial la Terapia Racional Emotiva Conductual y Terapia Cognitiva es una alternativa muy eficaz que te enseña a entender tu ira y a tener respuestas más adaptativas y de control para poder relacionarte de manera satisfactoria en cualquier ámbito de tu vida. 

 

Da el primer paso y ven a terapia


miércoles, 12 de abril de 2017

¿TIENES A TUS HIJOS PARA NO TENERLOS?

Cuando tus hijos están de vacaciones qué tanto te afecta, cuánto cambia tu rutina, hasta dónde lo ves como un fastidio....
Te invito a que modifiques la forma en como pasas este momento y lo transformes en la posibilidad que tienes de convivir con ellos, de re- conocerlos, saber qué piensan, cómo se sienten y la oportunidad de tenerlos a tu lado, porque este tiempo pasa muy rápido y se convierte más tarde en añoranza. El tiempo no se recupera así que la próxima vez que te caches diciendo "que acaben las vacaciones para que me dejen tranquila", detente y ve el lado positivo de este maravilloso momento, así tus hijos no se sentirán que estorban y sí que forman parte de esa familia que decidiste construir

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Ira y Hostilidad

La mayoría de nosotros nos enojamos de vez en cuando, sin embargo, si lo reflexionamos, lo hacemos muchas veces por cosas que son triviales. Si te sientes frustrado con frecuencia, gritándole a tu pareja, criticando a tus colegas y amigos, tocando el claxon en el tráfico, arrojando cosas alrededor de la casa, entonces es posible que debas tomar tu enojo más en serio y hacer algo al respecto. Durante los muchos años que he estado viendo pacientes, te puedo decir que muy pocas personas vienen y dicen, El marido, por ejemplo, “Tengo un problema con mi ira”, o bien la esposa que dice, “Mi jefe cree que tengo un problema. "o, en algunos casos “Me detuvieron por falta de control de la ira y es parte de mi acuerdo con el juez” 
Vamos a distinguir entre sentirse enojado y ser hostil. Tu emoción - rabia - puede ser un evento privado que sólo tú conozcas. Puedes estar en la fila con impaciencia, sintiéndote frustrado y sólo te sientes muy enojado, pero no dices nada y no haces nada. O puedes empezar a gritarle a otras personas en la fila y que todo el mundo de inmediato, a tu alrededor, sepa que estás enojado. Cuando en tu ira gritas, criticas, amenazas, o expresas sarcasmo, estás siendo hostil. Es tu hostilidad la que está presente. Ten en cuenta que no tienes que actuar por puro sentimiento. Esta observación puede parecer muy simple, pero es muy importante. Te ayuda a reconocer que básicamente tienes la opción de decidir lo que harás.
¿Cuáles son los costos y los beneficios de ser hostil? Pregúntate cuáles son las consecuencias haz tenido tanto tú como las personas que te rodean. ¿Has perdido amigos, molesta a tu pareja y a tus hijos, ¿Has ganado la reputación de ser una persona difícil? La ira puede aumentar tu presión arterial y el riesgo de enfermedades del corazón. Pero la ira también puede tener beneficios - al menos, es lo que se podría pensar. Se podría pensar que la gente te tome más en serio, te respete, te tenga miedo, por lo tanto, ¿Por qué no recomendarles a tus amigos que se vuelvan más enojones?
Da un paso hacia atrás, aunque sea por un minuto o dos - para pensar las cosas. No tienes que responder de forma inmediata ¿Cuáles son las consecuencias de ser hostil? ¿Vale la pena? ¿Por qué no dejarlo ir y aceptarlo como un "bache en el camino", en lugar de desafiarlo a un duelo?
¿Qué te estás diciendo que te hace estar tan enojado? Puedes volverte aún más enojado cuando te tomas las cosas personalmente, interpretas la conducta de demás como intencionadamente provocadora, ves las situaciones como si se tratara de una catástrofe, etiquetando a las otras personas como malas personas.
Examina tus pensamientos y pregúntate si por este evento vale la pena enojarse más. Pregúntate si vale la pena aceptar que la gente no siempre está a la altura de sus expectativas – y que no tienes por qué molestarte al respecto.
¿Tienes un libro de reglas que te hace sentir aún más enojado? Es posible que tengas una lista de "deberías" acerca de cómo otras personas deben actuar - y esto te va a hace enfurecer cuando las personas no siguen las reglas. Ejemplos de ello son "deben conducir más rápido", "esta fila debe moverse más rápido", "la gente siempre debe ser educada y respetuosa", "todo debe ser justo", y "la gente no debería estar en desacuerdo conmigo." ¿Qué pasa si se te cae el libro de reglas y simplemente observas que el mundo es como es y no fue construido para tus reglas?

Mantén un registro de las situaciones que conducen a tu ira y hostilidad. Mantén un registro de tus pensamientos y trata de utilizar estas ideas. Puedes cacharte menos enojado - y menos ansioso - y las personas que se preocupan por ti, podrán apreciar tu progreso. Puedes controlar tu ira en lugar de dejar que ella te controle a ti.

Dar el primer paso, no es fácil pero si tienes problemas para controlar tu ira, la terapia psicológica, en especial la Terapia Racional Emotiva Conductual y Terapia Cognitiva es una alternativa muy eficaz que te enseña a entender tu ira y a tener respuestas más adaptativas y de control para poder relacionarte de manera satisfactoria en cualquier ámbito de tu vida. 

Da el primer paso y ven a terapia

martes, 30 de junio de 2015

Rehacer nuestros proyectos de vida


Les comparto este artículo que me pareció muy interesante:

Puede llegar el día en el que lo que somos y hacemos no sea lo que deseamos. Frente a la crisis personal y el miedo al cambio, el camino es hacerse las preguntas adecuadas.

 En determinados momentos de nuestra vida, todo lo que nos llevó y acompañó hasta un momento preciso, parece que pierde el significado, y sentimos una necesidad apremiante de salir de donde estamos para emprender nuevos rumbos, aunque no sepamos exactamente a dónde nos van a llevar. Queremos experimentar novedad, hay un impulso que nos lleva a querer cambiar de pareja, de lugar de residencia, de trabajo, de profesión y de ambiente. Aquello por lo que luchamos durante años, a lo que nos dedicamos con esmero, parece desmoronarse. Nos invade una incertidumbre interior, un gran interrogante, ¿quedarnos en este “lugar” en el que nuestra vida parece irse apagando por inanición o soltar lastre y abrirse a lo desconocido?
Ese algo que empuja para salir de donde nos encontramos varía según la situación, la persona, sus relaciones, su edad y su historia. Puede ser la búsqueda de sentido, la insatisfacción, el sufrimiento, el malestar y el aburrimiento o la falta de motivación. También pueden ser preguntas como: ¿voy a seguir así hasta mis últimos días?; ¿es esto lo que quiero?; ¿qué sentido tiene lo que estoy haciendo y cómo estoy viviendo mi vida? Tomar la decisión de cambiar implica a menudo provocar rupturas, confusión y sufrimiento, y entrar en crisis.
Hay que fluir aunque sea en mitad de la incertidumbre. Puesto que no sabemos lo que nos espera después de ese cambio, esa inquietud puede provocar falta de fuerza interior. Sin embargo, desprenderse de lo que nos daña y empequeñece es lo que libera y fortalece.
Entre los 40 y los 50 años muchos se dan cuenta de que no viven su vida, o que la que tienen no es la que desean. Quieren dejar el trabajo que llevan haciendo durante años y dedicarse a otra cosa, o formarse en otros ámbitos profesionales. Quizá se apuntan a una ONG y se van a África, a América o a Asia. O bien dejan a su pareja y se van solos o con otra persona. En definitiva, necesitan un cambio radical.
Cuando un ser humano tiene un para qué,
puede atravesar cualquier cómo” Viktor Frankl

Estas transformaciones bruscas pueden desembocar en situaciones de crisis existencial profunda. Mi crisis personal llegó cuando todo aquello que durante años había dado soporte y sentido a mi vida dejó de ser el apoyo que me había sostenido. Aunque estaba rodeada de personas, me sentía sola, incomprendida y en un desierto. Me estaba ahogando y muriendo por dentro. Me empujaba un anhelo de libertad y de creatividad.
Empecé hablando con personas con las que había compartido aquella época y me sentí totalmente incomprendida. Así que inicié conversaciones con otros amigos más lejanos, que resultaron convertirse en verdaderos amigos. Me arriesgué, me abrí, y unos me dieron la espalda y otros me acogieron.
En situaciones de “tsunami vital” es imprescindible reflexionar, escribir, pasear, estar en contacto con la naturaleza, para escucharse a uno mismo. Es importante también abrirse y conversar para no desesperarse quedándose dentro todo lo que uno está viviendo. Sincerarse y arriesgarse a ser incomprendido, y a crear nuevos vínculos. Escuchar nuestra intuición, lo que sentimos y seguir los pasos que nos acerquen a nuestros anhelos nos ayudará a salir del estancamiento. Posiblemente implicará que algunas personas que nos han acompañado en una parte de nuestra vida dejen de hacerlo en esta nueva etapa. Pero aparecerán otras relaciones que nos nutrirán de maneras diferentes. Tenemos que aprender a soltar si queremos vivir con nuestra vitalidad floreciendo. Para lograrlo, ayuda confiar en uno mismo y en la vida; es clave para avanzar en un mundo lleno de incertidumbres.
También es importante ser consciente de qué queremos saber de nosotros mismos. Se trata de plantearse preguntas que desemboquen en reflexiones que lleven a encontrar sentido y propósito, a conectar de nuevo con los sueños y a crear nuevos proyectos que atraigan y nos hagan salir del escollo, descubriendo nuevos sentidos a nuestro ser y hacer.

Cuando vivimos un estancamiento en alguna relación importante, se hace necesario reciclarse. Pero hay miedos (a la ruptura, al conflicto o a ser incomprendido) que se interponen. Hay un ejercicio sencillo que sirve para identificar aquellos temores que impiden dar el paso necesario para acercarse a vivir sus anhelos. Elija un área en la que se sienta estancado y hágase estas tres preguntas: ¿Qué quiero realmente? ¿Qué obstáculos se interponen en mi camino? ¿Qué me impide afrontar o superar ese obstáculo?
Para cada miedo que le aparezca en respuesta a la tercera pregunta, puede plantearse las siguientes preguntas:
¿Qué es lo peor que puede ocurrir si sucede lo que temo? ¿Cuál es el mejor resultado posible para mí o para los demás si lo hago aunque sienta miedo al hacerlo? ¿Qué es lo que posiblemente sucederá entre estas dos cosas?
Le recomiendo que intente realizar la actividad que le atraiga, al menos tres veces: una para aprender a hacerla; la segunda vez para superar el miedo a realizarla; y la tercera vez para averiguar ¡si realmente la disfruta o no!
Dice Rabindranath Tagore

“Yo dormía y soñaba que la vida era alegría.
Desperté y vi que la vida era servicio.
Serví y vi que el servicio era alegría”.

En ocasiones el cambio viene impuesto por la normativa, por ejemplo, en la jubilación, o cuando es el cónyuge quien se va y nos deja solos, o cuando sobreviene una muerte o un accidente que implica un antes y un después. Si uno vive la necesidad de rehacer su proyecto vital desde la resignación, sintiéndose atrapado en ella, su vida y su ilusión se van apagando lentamente.
Esto le ocurrió a Sonia. Cuando la conocí, sus hijos ya estaban casados, pero su marido había tenido una muerte rápida hacía cinco años y ella se hundió en un gran sufrimiento. Sintió un vacío enorme, se preguntaba cada día por qué le había sucedido, y con tales interrogantes incrementaba su dolor y su tristeza. La meditación le ayudó a cambiar su actitud y a agradecer que hubiera podido disfrutar sus años de vida en pareja con enorme satisfacción. Varió totalmente su visión, entendió la muerte desde otra perspectiva, y pasó de resistirse a la nueva situación a aceptarla plenamente. En vez de lamentarse y quejarse, empezó a reconstruir y a tener una actitud de agradecimiento.
De cuestionarse: “¿Por qué me ha pasado esto a mí?”, “¿por qué se ha ido cuando aún era joven?”, pasó a preguntarse: “¿Qué puedo hacer a partir de ahora que aporte algo positivo?”. Y a agradecer todo lo que había compartido y aprendido en esos cuarenta años de matrimonio. Según las preguntas que uno se hace a sí mismo, las respuestas que genere pueden llevarle a incrementar el dolor y el sufrimiento o a liberarse y renacer en cada momento. En su caso, Sonia decidió formar parte de una ONG y ayudar a otras personas. Meditar la acompañó para encontrar su eje interior y conseguir fuerzas para reinventarse.
Muchas personas cuyo proyecto de vida se ha basado en lograr éxito, poder, dinero, privilegios y estatus sienten que llega un momento que todo deja de tener sentido. El individualismo en el que se ha sustentado su vida deja de nutrirles. Y es entonces cuando necesitan abrirse a los otros. Empiezan a plantearse el sentido de su presencia en el mundo. La actitud de servicio les lleva a espacios de conexión con los otros, a crear vínculos, comunión y comunidad. Al servir cambian una actitud que era fuente de sufrimiento. Pasan de pedir y necesitar a dar y compartir. Es en el dar y en el darse donde radica la semilla de la felicidad. En momentos de gran tristeza, como en un duelo, el servir ayuda a salir de ese estado y a conectar con la alegría.
Servir aumenta la capacidad de amar al prójimo. Se potencia la generosidad. La persona servidora crece en humanidad y en grandeza. No una basada en la ostentación o la fama, sino en la de vivir una vida con sentido.
Virar el rumbo
Probablemente nunca habíamos tenido tanto y al mismo tiempo nunca habíamos estado tan insatisfechos. ¿Qué sociedad hemos construido para que esto ocurra? Hemos creado un paradigma fundamentado en la necesidad, en la avaricia y en la conciencia de escasez. Vivimos pensando cómo podemos enriquecernos más, tener más, conseguir más y crecer más. Esto hace que llegue un momento en nuestra existencia que se desmorone el sentido y el para qué lo hacemos. Necesitamos crear proyectos de vida que nos permitan vivir siendo servidores. En vez de preguntarnos: ¿Cómo puedo hacerme más rico, más poderoso y tener más? Quizá debemos cambiar la pregunta y plantearnos: ¿Qué es lo que el otro necesita? ¿Cómo puedo contribuir a crear un mundo mejor?


martes, 2 de septiembre de 2014

LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS PUEDEN ARRUINARTE LA VIDA


El año pasado se llevó a cabo un estudio con más de 30,000 personas que reveló que repasar una y otra vez eventos negativos, particularmente a través de la rumiación y la culpa eran los mejores predictores de los problemas psicológicos más comunes. Este estudio nos indicaba que lo qué pasa realmente no es lo importante. Lo que determina nuestro bienestar psicológico es lo qué pensamos acerca de lo que nos pasa.

Sabemos que nuestra genética y las circunstancias que nos toca vivir contribuyen a nuestra salud mental. Los resultados de este estudio indicaban que la razón principal por la que alguien podía sufrir ansiedad o depresión eran los eventos traumáticos. Pero, lo que la persona piensa acerca de estos eventos, y cómo los afronta, modula el nivel de estrés y de depresión que sentirá.
La rumiación y los pensamientos negativos acerca de una situación no nos hacen ningún bien.
La voz crítica interior
Nuestra mejor baza es la autocomprensión a través de la autocompasión. Un actitud curiosa, abierta, de aceptación y amor hacia nosotros mismos es la mejor arma para hacer frente a uno de los mayores obstáculos en la vida: nuestra voz crítica interior.
Ésta voz interior es el lenguaje del enemigo. Es un diálogo interno que conduce a la rumiación, la autoaversión y la autoculpa. Nos avergüenza, nos asusta, se mofa de nosotros y nos limita o nos lleva a comportarnos de forma autodestructiva. Nos dice que no confiemos en las personas que amamos. Nos anima a que no intentemos alcanzar una meta. Nos avisa de los posibles peligros para mantenernos seguros en un miserable pero familiar caparazón.
Todos tenemos esta voz aunque se manifiesta de manera distinta. A lo mejor está centrada en tu carrera profesional, tal vez en tu vida amorosa. Por tanto, la batalla más importante de tu vida es la que se desarrolla dentro de ti, el verdadero tú contra tu voz crítica interior. Pero la buena noticia es que eres capaz de ganar esta batalla.
No podemos cambiar nuestra historia familiar o nuestras experiencias de vida, pero si podemos cambiar lo que pensamos acerca de los acontecimientos vividos. Un psicólogo puede ayudarte a cambiar esta manera de pensar y enseñarte estrategias de afrontamiento positivas que pueden mitigar e incluso reducir los niveles de estrés.


Ganar la batalla en 2 pasos.
1. Reconocer a la voz crítica interior cuando habla. ¿Cuándo empiezas a atacarte?, ¿es cuando vas a dar una charla en público?, ¿cuándo vas a hablar con la persona que te gusta? Esto te ayudará a reconocer los escenarios en los que más te criticas, podrás estar alerta porque sabrás cuando es más probable que aparezcan éstas voces. Incluso, estarás mejor equipado para ignorarlas.
2. Cero tolerancia con lo que te diga esa voz. Cada vez que aparezca el pensamiento, páralo. Parece el paso más sencillo, pero será un gran desafío. Las técnicas de parada de pensamiento e incluso de distracción de pensamiento derrotan al enemigo.

jueves, 20 de marzo de 2014

NO LO TOMES PERSONAL

¨No te tomes las cosas personal. Lo que otros dicen de ti es su realidad, no la tuya.¨ - Muchas veces asumimos que lo que otros piensan de nosotros es un hecho o una verdad, dándole excesiva importancia a la aprobación que otros nos dan o no. Sin embargo, nos olvidamos que cada persona tiene una perspectiva subjetiva particular y que esta puede ser válida, pero también incompleta, poco realista o sesgada! Escuchemos otras perspectivas de nosotros, pero sepamos diferenciar entre su interpretación y la realidad!. Esto contribuirá a que logres más fácilmente la felicidad que buscas día con día.

lunes, 10 de febrero de 2014

LA DEPENDENCIA EMOCIONAL

LA DEPENDENCIA EMOCIONAL
Uno de los motivos de consulta más frecuente para los psicólogos es la dependencia emocional. Se trata de  un problema por el que se sufre una especie de “enganche” de la pareja porque existe una necesidad muy grande y continua de afecto.
Es algo similar a lo que se sufre con la dependencia del alcohol, por ejemplo, afecta tanto a hombres como  a mujeres. La diferencia está en que los hombres que la sufren tienden a ocultarlo mucho más por vergüenza, agravándose de este modo el problema.
Esta situación puede vivirse de forma puntual con una relación, pero lo más frecuente es que el patrón se repita con todas y cada una de las parejas que se tienen. Esta dependencia no se debe a razones más o menos objetivas (económicas, minusvalías de algún tipo…), sino que es puramente necesidad de amor. Quien la sufre es una persona con un miedo tremendo a la soledad y que no concibe su vida sin pareja.
Un hecho que resulta llamativo es que, generalmente, el dependiente emocional busca parejas dominantes, de carácter fuerte, más bien egoístas y egocéntricas, desconsideradas, posesivas e incluso déspotas, capaces de llegar al maltrato físico y/o psicológico,  a las que idealizan en extremo. Se vive por y para la pareja.
El afectado, a pesar de que reconoce este maltrato y desconsideración, no puede dejar de estar enganchado. Es capaz de pedir perdón, incluso, por cosas que no ha hecho, con tal de que su pareja “lo quiera” y esté contenta. La colmarán de regalos y atenciones y prácticamente vivirán alertas a los gestos de la pareja para que esté contenta en todo momento.
En la base del problema, se encuentra el hecho de una muy baja autoestima que lleva al dependiente emocional a despreciarse. Son críticos consigo mismos hasta el extremo y por ello se sienten culpables, incluso, del desprecio que puedan sufrir por parte de sus parejas. Lejos de mejorar, esta situación empeora con el paso del tiempo agudizándose esa relación de “dueño/a-súbdito” que se establece en la pareja.
El desprecio del otro aumenta a medida que también lo hace la sumisión de quien sufre dependencia emocional. Es frecuente también que la relación se rompa, pero no importa. El dependiente volverá una y otra vez a la pareja, del mismo modo que el alcohólico o el drogadicto vuelve a consumir. Con cada vuelta la situación empeora pues crece el desprecio de la pareja y disminuye la dignidad y la autoestima del dependiente  y si no tiene pareja, aparece algo similar al síndrome de abstinencia.
Se producen, incluso, enfrentamientos y rupturas con amigos o familiares por defender esta situación. El dependiente nunca llega a ser feliz. Sufre problemas de ansiedad y/o depresión y un cierto desprecio por sí mismo al ser consciente de que se está arrastrando ante alguien que no sólo no lo ama sino que incluso lo maltrata. Las personas cercanas al dependiente intentan hacerle ver que esa relación que mantiene es patológica y que sólo le hace sufrir. El dependiente se enfrentará a ellos por defender su relación e incluso exigirá a sus familiares un trato especial hacia su pareja, del mismo modo que él hace.
En su mente la persona con la que está es superior y todos los demás deben reconocer esto y hacer que esa persona sea feliz y tenga todo cuanto desee.  Esto conlleva, en la mayoría de los casos, una ruptura con sus familiares y amigos que hará que su dependencia aumente al encontrar como único apoyo en el mundo a la pareja. El aislamiento al que ellos mismos se conducen hace que el problema aumente.
También el dependiente puede llegar al abandono de sus propias responsabilidades laborales por satisfacer necesidades de la pareja. El deterioro social, familiar, laboral y personal del dependiente emocional puede llegar a ser tremendo. Si hay hijos, con mucha frecuencia se observan comportamientos de falta de respeto e incluso desprecio por parte de ellos hacia el progenitor dependiente. Aprenden a no respetar a alguien que se muestra tan falto de dignidad. También existe mala relación hacia el otro progenitor puesto que, como ya he indicado, suele ser una persona egocéntrica y desconsiderada que tampoco muestra cariño o preocupación por sus hijos.
Es fundamental  iniciar cuanto antes la terapia psicológica para conseguir desengancharse de la pareja. No hacerlo puede tener consecuencias nefastas puesto que, con frecuencia, se pasa al maltrato físico y/o psicológico. Sin embargo esto que es tan obvio, resulta muy difícil que se lleve a la práctica.
Como en cualquier otra adicción, es preciso que quien lo sufre reconozca que tiene un problema y desee buscar solución. Esto resulta harto difícil puesto que el dependiente siempre encontrará mil y una excusas para justificar su comportamiento: “No lo/la conocéis bien” “Me quiere muchísimo” “Yo también tengo la culpa”… No funcionará nunca ninguna terapia que no sea iniciada por propia voluntad y como en las demás adicciones, el primer paso sería la ruptura total con la pareja para conseguir salir de la situación problemática.
¿Cómo puede actuar la familia en estos casos? No cediendo nunca para no fomentar la situación. Es decir, no hay que hacer caso al dependiente que pretenderá que se siga tratando con deferencia, respeto absoluto y sumisión a su pareja. Se trata de no abandonar al dependiente pero no ser cómplice de su relación patológica.
Sólo se puede hablar con el enfermo y explicarle que siempre podrá contar con la ayuda de la familia cuando desee poner fin a la situación. Si esto se produce, acogerlo e impedir todo contacto con la pareja y acompañarlo a terapia. El psicólogo no sólo trabajará con el dependiente, sino que irá dando pautas a los familiares sobre cómo actuar a situaciones concretas.